4 de junio de 2013

sobre la entrevista que no sucedió

hace unos días me buscaron del suplemento cultural de uno de los pocos periódicos —aún reconocidos— en la ciudad de méxico para pedirme una entrevista. la encomienda: responder a cinco —más bien intrascendentes— preguntas requeridas con urgencia de un día a otro. en un acto que aún no me explico de dónde o por qué vino a mí, contesté: 'sí'. contesté pues la entrevista a deshoras enmedio de un mundo de pendientes y la entregué en tiempo.

afortunadamente he aprendido que, si no pides revisar la entrevista ANTES de la publicación y autorizarla o editar sobre lo (mal) editado que suelen (des)hacer entre palabras y sentidos ajenos; suceden verdaderas tragedias literarias, de opinion, verbales, de conciencia, de sentido común, de amor propio, etc.

con suerte, en esta ocasión también puse esta condición antes de dar el sí; de tal suerte que el viernes pasado a primera hora tenía en mi buzón mi entrevista pero, entremezclada con otras 2 entrevistas provenientes de personajes del medio fotográfico cuyos nombres excluyo y de cuyas opiniones me distancio.

en cuanto leí lo que estaba sucediendo en ese espacio de papel virtual que pronto dejaría de serlo, negué mi participación en la publicación y pedí editaran cualquier mención y/o opinión mía en el texto. hubo molestia y mucha confusión. la entrevistadora no entendía mi enojo a pesar de haberme ocultado abiertamente el hecho de que editaría mi entrevista a 1/3 de su capacidad (cuando primero me dijo, 'conteste usted tan extendido como le parezca conveniente'); como tampoco comprendió la gravedad del hecho de mezclar mis opiniones con otras dos ajenas y muy distantes a aquello que yo considero, entiendo y valoro como ‘buena’ fotografía; sobra decir que esta intención del texto final jamás fue mencionada en la amable invitación que me extendió la periodista.

así que, para no dejarla en un folder virtual, comparto en este espacio la entrevista que sucedió sin tener lugar ni generar acontecimiento. habiendo aprendido que no es suficiente requerir y revisar el texto propio antes de imprimir la publicación ajena, sino que hay que interrograr profusamente al entrevistador sobre sus intenciones, metodología y objetivos finales antes de dar el 'sí'.

venga pues la entrevista que no sucedió (alterando un poco la redacción de las preguntas para evitar un posible ‘plagio’): 

·    ¿Cómo es que las herramientas tecnológicas y los programas computacionales como el instagram han afectado la llamada ‘fotografía de artista’?
MQ: No creo que ningún adelanto tecnológico ‘dañe’ a la fotografía de artista [ni amateur]; y en todo caso, si así lo fuera, no sería fotografía de artista. Sería más interesante preguntarnos cómo es que estas herramientas y programas han sido adoptados por los artistas y qué desarrollo han impulsado en su trabajo. Mientras sigan existiendo los medios [papel, químicos, impresoras], siempre restarán quienes aboguen y practiquen la fotografía ‘tradicional’ entre soluciones, temperaturas, revelados y densitometrías. Estos fotógrafos, como Elsa Medina, Juan Carlos Rulfo y/o Yolanda Andrade, están completamente centrados en su práctica desplegada entre las herramientas y formatos propios de la fotografía que hoy pudiéramos llamar histórica; son ellos quienes deciden ignorar los ‘atributos’ tecnológicos novedosos [no a la inversa, es decir, una herramienta tecnológica per se, es incapaz de ‘dañar’ si no hay quien la adopte o la desdeñe].

El caso del maestro Carlos Jurado es un ejemplo idóneo. A finales de los los 60’s e inicios de 1970 —cuando el fotoperiodismo en México estaba en completo auge y nadie se atrevía a hacer [o mostrar] fotografías de tono intimista— Jurado decidió testarudamente volver al origen del medio. Su apuesta y postura sería desde entonces irreductible y desde aquellos años en los que fundó la Licenciatura de Fotografía en la Universidad Veracruzana en Xalapa, hasta el día de hoy, el hombre del unicornio continua creando exclusivamente imágenes estenopeicas. En sus imágenes hay una magia, un tenor distinto a todo lo que he visto antes y después; es una textura de temporalidad apresada la de la estenopeica; una estética que no he encontrado en ninguno de los medios ni en la obra de los fotógrafos actuales. [incluso, algunos de ellos, fotógrafos jóvenes, están aprendiendo a crear fotos con la cámara estenopeica; así lo mostró la XV bienal de fotografía convocada por el Centro de la Imagen en 2012, en cuya edición tuve el placer de fungir como jurado con la fotógrafa, Elsa Medina y el cineasta, Jesse Lerner]. Pero volviendo a Jurado y su ‘magia’, fueron esas características etéreas de ensoñación, razones por las que decidí escribir mi primer libro de teoría fenomenológica fotográfica; analizando una selecta curaduría entre el amplio cuerpo de obra acumulado por el maestro chiapaneco al día de hoy.

¿Cuál es la línea divisoria que puede tenderse entre la ‘fotografía de artista’ y aquella hecha por una persona que produce imágenes con medios caseros, como pudiera ser con un celular o una tableta digital?
MQ: La línea que los distingue está en la intención. Se pueden hacer fotografías considerables ‘arte’ [por ejemplo, hacer imágenes con celulares o ipads lo hacen artistas pos-conceptuales contemporáneos, incluso fotógrafos jóvenes]; como pueden hacerse imágenes carentes de cualquier valor estético con la mejor cámara analógica o digital. El medio no destina el resultado.

    Partiendo de ejemplos como la imagen truqueada presente en la pasada edición de World Press Photo, ¿cuál es su opinión sobre la veracidad de la imagen en una época eminentemente tecnológica?
MQ: Ésta es una pregunta que nació con la fotografía. Los primeros ‘observadores’ de las imágenes fotográficas del siglo XIX, dudosos y desconfiados, lanzaban esta misma interrogante en los periódicos, los salones de arte y los congresos temáticos sobre los avances fotográficos. No olvidemos que el truqueo de las ‘imágenes hechas con luz’ [como poéticamente se les nombró en sus orígenes], y también el fotomontaje, nacieron con el medio fotográfico. Parecería pues propio derivar que la tentación y necesidad por intervenir la ‘realidad capturada’ es un impulso humano tan invencible como imperecedero.

¿En qué estatus se encuentra la fotografía profesional dentro de las artes visuales?
MQ: La fotografía ha cobrado un auge impresionante de unas dos o tres décadas hacia el presente. Incluso, resulta ya anacrónico enfatizar una distinción nominal entre ‘fotógrafo contemporáneo’ y un ‘artista contemporáneo’.

¿Hacía donde ve usted el futuro de la fotografía?
MQ: Lo ‘veo’ románticamente, como quisiera que deviniera en el tiempo sin tener que ser testigo de la extinción de la fotografía analógica. Pero, ¿hacia dónde ‘va’? ­—es sin duda una cuestión otra, independiente, y muy posiblemente alejada de mis propios deseos.